Enfermedad de Fabry: solo 3 de cada 10 pacientes tienen diagnóstico certero

Es una patología poco frecuente que afecta a 1 de cada 40 mil varones y a 1 de cada 20 mil mujeres. No se sospecha y los pacientes deben consultar a varios especialistas durante 15 años hasta llegar a un diagnóstico.

Se trata de una condición genética que puede generar dolor en pies y manos, complicaciones cardiacas, neurológicas, renales y trastornos gastrointestinales.

Los pacientes con enfermedad de Fabry, una condición genética poco frecuente de herencia ligada al cromosoma X, deben deambular por distintos consultorios en promedio durante 15 años (14,7 los varones y 15,1 las mujeres) hasta dar con el diagnóstico correcto. Se estima que afecta a 1 de cada 40 mil varones y a 1 de cada 20 mil mujeres1, por lo que en nuestro país habría entre 1.000 y 1.500 afectados, aunque solamente 3 de cada 10 saben que la padecen.

Debido a su baja prevalencia, en muchas ocasiones los profesionales de la salud no la conocen y cuando un paciente con Fabry los visita en el consultorio, al no conocerla, no la sospechan. Por lo general la confunden con otras patologías más comunes, como fibromialgia, artritis o fiebre reumática.

Esta situación genera que las personas con Fabry deban visitar a entre 6 y 7 especialistas en promedio antes de recibir el diagnóstico, lo que se conoce como la ‘odisea diagnóstica’, una peregrinación por diversos consultorios hasta conocer el nombre de su enfermedad.

Por todo esto, el laboratorio Takeda se suma a la conmemoración en abril del ‘Mes de la Enfermedad de Fabry’, una fecha que representa una ocasión inmejorable para contribuir a concientizar sobre esta condición, en busca de que más pacientes puedan acceder al diagnóstico en tiempo y forma.

“La enfermedad de Fabry se caracteriza por el déficit o ausencia de una enzima (denominada alfa galactosidasa A), que es normalmente responsable de degradar el lípido Gb3. Cuando el Gb3 se acumula, genera en el tiempo daño importante en distintas partes del organismo”, explicó el Dr. Hernán Amartino, especialista en Errores Congénitos del Metabolismo y Neuropediatría.

En niños y adolescentes, algunos de los síntomas que podrían indicar la presencia de esta condición y que ameritan una consulta al pediatra son ardor, quemazón uhormigueo en palmas de las manos y plantas de los pies, dolores abdominales, no tolerar el ejercicio y/o no transpirar. Mientras que en la población adulta, se debe sospechar cuando se presenta aumento del grosor del músculo del corazón (hipertrofia cardiaca), insuficiencia renal o cantidades anormales de proteínas en la orina (proteinuria) sin causa aparente, o se padecen isquemias cerebrales en pacientes jóvenes.

También puede afectar la córnea, la piel, la audición, el tracto digestivo y las manos y pies. Muchos de estos daños que se van generando son irreversibles, por eso la importancia de la detección y tratamiento tempranos para alcanzar un mejor pronóstico de la enfermedad.

“Una particularidad de la enfermedad de Fabry es que sus síntomas pueden aparecer tanto en la niñez como en la adultez, pero al ser de origen genético la enfermedad está presente desde siempre, y cuanto más se demore el diagnóstico, más se incrementarán las posibilidades de tener complicaciones serias, como insuficiencia cardíaca, infarto agudo de miocardio, insuficiencia renal crónica o accidentes cerebrovasculares, entre otras”, detalló el Dr. Amartino, quien además es Jefe de Neurología Infantil del Hospital Universitario Austral.

Si se sospecha la enfermedad, el siguiente paso es realizar el test diagnóstico, que se lleva a cabo tomando una muestra de sangre donde se mide la actividad enzimática (en varones) y/o un test genético para confirmar la existencia de la mutación (única opción para diagnosticar la enfermedad en mujeres). Ante un resultado positivo, afortunadamente hoy se cuenta con tratamientos específicos para esta condición, que se basan en el reemplazo enzimático para compensar la enzima faltante y así contrarrestar las manifestaciones de la enfermedad. Consiste en la administración intravenosa de una solución que contiene la enzima y debe ser realizada con una periodicidad que determinará el especialista, generalmente cada 2 semanas.

“Cuanto antes se detecte, diagnostique y se comience con el tratamiento, mejores resultados se obtendrán y el pronóstico del paciente y su calidad de vida también serán más favorables”, completó el Dr. Amartino, agregando que “como se trata de una condición cuyo origen es genético, cuando se diagnostica a un nuevo paciente, se debe testear también a sus familiares. Es frecuente que más de un pariente presente la patología”.
Las enfermedades poco frecuentes (EPoF) conforman un grupo de más de 8 mil condiciones que afectan a menos de 1 de cada 2.000 personas. En nuestro país, se estima que más de tres millones de personas tienen alguna de estas enfermedades, lo que implica 1 de cada 13 habitantes.

Acerca de Takeda
Con su casa matriz en Japón, Takeda es una compañía biofarmacéutica global, basada en valores e impulsada por la investigación y desarrollo. Trabaja para brindar una mejor salud y un mejor futuro para los pacientes, traduciendo la ciencia en medicamentos altamente innovadores. Focaliza sus esfuerzos en cuatro áreas terapéuticas: Oncología, Gastroenterología, Neurociencia y Enfermedades Poco Frecuentes. Además, lleva adelante investigaciones en Terapias Derivadas de Plasma y Vacunas.

Trabaja para contribuir a cambiar la vida de las personas al avanzar hacia nuevas opciones de tratamiento, mejorando su motor colaborativo de I+D y sus capacidades para desarrollar un pipeline robusto y diverso.

Con presencia en alrededor de 80 países y regiones, sus empleados están comprometidos con la mejora de la calidad de vida de los pacientes, trabajando junto con sus asociados en el cuidado de la salud.

Para más información, visite www.takeda.com

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