En tiempos de crisis, diversos factores de riesgo nos impactan a diario y comprometen nuestra armonía social, laboral, familiar e individual. Este artículo nos enseña cómo sobreponernos frente a un trauma o dolor emocional.
Al comienzo de cada año, acostumbramos decir «Año Nuevo, Vida Nueva», mientras tanto nos proponemos adoptar nuevas estrategias y diseñar nuevos planes, corrigiendo aquellos hábitos y actitudes que, en el pasado, sólo han servido para crearnos problemas.
Si bien el nombre de resiliencia proviene de la física (resistencia de los materiales sólidos a la rotura), hacia los años 50 se aplicó en psicopedagogía, generalizándose su uso de tal manera que la Organización Panamericana de la Salud le dió una definición propia: la capacidad de reaccionar y recuperarse frente la adversidad.
En tiempos de crisis, diversos factores de riesgo, que no deseamos ni buscamos, nos impactan a diario y comprometen nuestra armonía social, laboral, familiar e individual.
Hoy son muchas las personas que viven con miedo, se sienten inseguras cuando salen a la calle, cuando entran o sacan el auto del garage, cuando frenan frente a un semáforo, hasta para llevar sus chicos al colegio. Mientras tanto, otras nos cuentan su preocupación para viajar y llegar a su lugar de trabajo, o para conservar su trabajo y otras cosas más.
A continuación compartimos las opiniones de los especialistas que nos ayudan a reconocer que, frente a estos factores críticos, también existen factores protectores o «bienhechores» que hacen al desarrollo de nuestra capacidad de reacción, adaptación y recuperación, a pesar de la adversidad. Al conjunto de estos factores se los llama resiliencia.
Los factores resilientes incluyen el yo tengo, yo soy, yo estoy y yo puedo: si yo tengo a mi alrededor personas en quienes confiar, si yo soy capaz de aprender, si yo estoy dispuesto a responsabilizarme por mis actos, yo también puedo resolver los problemas. Y cada uno de nosotros puede hacerlo, en lo personal como en lo familiar, social o laboral,
Si prestamos atención en los factores de riesgo, vamos a comprobar que ellos no actúan de la misma forma sobre cada uno de nosotros; nuestras reacciones son distintas y entonces nos preguntamos ¿por qué?
Las diferencias están en nuestros genes, en nuestra educación desde niños a partir de nuestros padres y maestros, en el aprendizaje que recibimos de vivir en la comunidad, factores todos que condicionan nuestro mayor o menor grado de pasividad o de reacción adecuada para enfrentar los rigores de las circunstancias sin hacernos mucho daño.
Entre estas diferentes reacciones, cualquiera sea nuestra condición actual, es importante que aprendamos a buscar el significado de lo que está aconteciendo y, mirando a nuestro futuro personal, familiar y social, no debemos bajar los brazos; por el contrario, debemos promover nuestra creatividad y nuestra autoestima en función de las nuevas y buenas oportunidades que nos merecemos.
Sobre todo debemos actuar en familia, favoreciendo el desarrollo de habilidades de comunicación y de resolución de los problemas, promoviendo la competencia escolar de nuestros hijos, el sentido del humor, la creatividad, la autoestima elevada y la tolerancia a las frustraciones para afirmar la estabilidad emocional de todos nosotros.
A diario, la humanidad con sus luchas, los países superando sus distintas crisis, muchas personas, conocidas nuestras o no, nos dieron y nos vienen dando manifestaciones de resiliencia.
Muy cerca nuestro, los recuerdos familiares de nuestra niñez y juventud nos permiten evocar las reiteradas manifestaciones de resiliencia de nuestros padres. Ellos seguramente sabían que los metales resisten a los choques sin quebrarse, pero no fueron psicopedagogos ni habían escuchado hablar de la resiliencia y, sin embargo, supieron reaccionar y recuperarse frente a las adversidades.
Por eso siento que nuestro compromiso de hoy es muy grande. En deuda con este pasado y frente a nuestras adversidades, debemos crecer en la esperanza creando todas las situaciones anímicas que sean necesarias para seguir felizmente adelante. Nunca más justas, coherentes, llenas de verdad y de esperanza, estas palabras tomadas del saludo navideño del Papa Francisco:
“No llores por lo que perdiste, lucha por lo que te queda. No llores por lo que ha muerto, lucha por lo que ha nacido en ti. No llores por quien se ha marchado, lucha por quien está contigo. No llores por quien te odia, lucha por quien te quiere. No llores por tu pasado, lucha por tu presente. No llores por tu sufrimiento, lucha por tu felicidad. Con las cosas que a uno le suceden vamos aprendiendo que nada es imposible de solucionar, solo sigue adelante”.
Por Juan Baláz para Noticias de Salud
Me parece que por medio de la resiliencia se podrian reencaminar muchos destinos que rarecian dispersos
muy buen estudio
resilencia,muy linda palabra, pero,fácil de aplicar?. yo puedo, yo tengo…….YO debe ir acompañado de tantas otras cosas. por ej. nuestros hijos y nietos no pueden vivir con miedo,debemos dejarlos volar ,pero, al mismo tiempo enseñarles a comportarse y enfrentarse a tantos peligros que encontraran en sus vidas. no siempre la justicia o quienes tienen darnos la tranquilidad estará presente,entonces que dif´cil es estar tranquilo. hoy en día hay tantos peligros que ni siquiera imaginamos………….pero que lindo seria poder decir con seguridad: yo puedo,yo creo…….
dr. juan lo felicito por su comentario.lidia
Estimada Lidia… si tengo a mi alrededor personas en quienes confiar resulta más fácil de entender y comprobar que yo puedo resolver mis problemas.
Nunca debo cruzarme de brazos o bajar mis brazos y darme por vencido.
A propósito de esta reflexión, recuerdo siempre las palabras con las cuales una amiga del aire cierra a diario su programa radial, diciendo… NUNCA DEBEMOS BAJAR LOS BRAZOS PORQUE EL HOMBRE MAS GRANDE DEL MUNDO MURIO CON LOS BRAZOS ABIERTOS…
Gracias por el comentario.
Excelente artículo!
Estimado Alberto… a lo largo de la historia diversos pueblos del mundo dieron manifestaciones de su resiliencia y supieron salir adelante de crisis mayores. Resistieron, reaccionaron y se recuperaron de la adversidad.
Si cada uno de nosotros lo logra en lo personal, social y laboral, ¿quién puede impedir que entre todos repitamos aquellas hazañas?
Un tema del que hemos hablado mucho tú y yo … Pero aún así siempre que leo sobre él se me cargan un poco más las pilas. Precioso artículo y gracias por compartirlo.
Estimado Juan:
He leído y con mucho gusto, todas tus notas. Una vez mas te agradezco el aporte que haces a la comunidad..
Un abrazo
Alberto Sandonato
Muy interesantes tanto éste como el resto de los articulos. Gracias por compartirlos.
Bravo, Fer… una demostración más que la energía es capaz de cruzar el Atlántico y aportar a nuestra lucha y nuestra felicidad. Como suelen decir… ¡pum para arriba!
Profesor Juan, muy buen artículo, sencillo de comprender y a la vez bajado a la realidad de la vida cotidiana.
Así y todo si me tengo que quedar con una frase y un mensaje, me gustó en su respuesta a Lidia «NUNCA DEBEMOS BAJAR LOS BRAZOS PORQUE EL HOMBRE MAS GRANDE DEL MUNDO MURIO CON LOS BRAZOS ABIERTOS…»
Chapeau.
Saludos.