Ninguno de los medicamentos disponibles es capaz de matar a las bacterias que los infectan, señala un estudio publicado en la revista especializada The Lancet Infectious Diseases. El impacto sobre la población de este problema de salud pública es similar al de la gripe, la tuberculosis y el sida juntos.
Unas 33.000 personas mueren en toda Europa cada año como consecuencia de la resistencia a los antibióticos, es decir porque ninguno de los medicamentos disponibles es capaz de matar a las bacterias que los infectan, señala un estudio. El impacto sobre la población de este problema de salud pública es similar al de la gripe, la tuberculosis y el sida juntos.
El número de casos va en aumento desde 2007 y hay grandes diferencias entre países, según un informe de un grupo de investigación que publica la revista especializada The Lancet Infectious Diseases.
La cifra de muertes es equivalente a todas las que producen al año «la gripe, la tuberculosis y el VIH/sida» combinados en los 28 miembros de la Unión Europea (UE), Noruega, Islandia y Liechtenstein, señala el estudio, que se basa en datos de la Red Europea de Vigilancia de la Resistencia Antimicrobiana (EARS-Net).
Los niños menores de un año y los mayores de 65 años son los grupos más vulnerables y los países donde se registraron más casos fueron Italia y Grecia.
Los expertos señalan que en torno a un 75% de las infecciones con cepas de bacterias resistentes a los antibióticos se producen en hospitales y otras instalaciones del sistema sanitario.
En un 39% de los casos los pacientes se infectan con bacterias contra las que ni siquiera pueden hacer algo los antibióticos clasificados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como de «reserva», es decir, de última instancia, entre ellos las carbapenemas o la colistina.
Lo cierto es que cuando se llega a este punto el tratamiento es muy difícil o a veces imposible, subraya el estudio.
Para mejorar la situación proponen un esfuerzo conjunto entre el sistema médico y el político, que incluye prescribir y tomar antibióticos sólo cuando sea realmente necesario. Además hay que cumplir con los protocolos de higiene, sobre todo en los hospitales, y aislar a los pacientes portadores de bacterias resistentes. Finalmente, es necesario que se investiguen nuevas sustancias antibióticas.
Se utilizaron datos de 2015 para el informe, elaborado por expertos en Solna, Suecia, sede del Centro Europeo de Prevención y Control de Enfermedades (ECDC).