En el Día Mundial de la Hipertensión Arterial, el Colegio de Nutricionistas de la Provincia de Buenos Aires promueve la importancia de la educación alimentaria para prevenir esta patología.
En Argentina, un tercio de las personas hipertensas de Argentina no sabe que lo es, otro tercio no recibe tratamiento y del tercio restante solo la mitad de ellos logra controlarla, a partir de un tratamiento farmacológico. Es decir que solo uno de cada cinco argentinos logra controlar su presión arterial.
La hipertensión arterial (HTA) es un trastorno por el cual los vasos sanguíneos tienen persistentemente una tensión elevada, según la define la Organización Mundial de la Salud (OMS). La sangre se distribuye desde el corazón a todo el cuerpo por medio de los vasos sanguíneos. Con cada latido, el corazón bombea sangre a los vasos. La tensión arterial se genera por la fuerza de la sangre que empuja las paredes de los vasos sanguíneos (arterias) cuando el corazón bombea. Cuanto más alta es la tensión, más dificultad tiene el corazón para bombear.
Las consecuencias de no controlar esta patología son graves: puede aumentar el riesgo de enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares, insuficiencia renal y otras complicaciones serias.
Más allá del tratamiento farmacológico, una alimentación saludable es fundamental para mantener la presión dentro de los valores normales. “Incorporar todos los días frutas y verduras, carnes magras, leches y yogures descremados, y panificados integrales sin sal, que el menú presente la mayor variedad de colores posibles”, aseguró la licenciada en Nutrición (MP 885), Marina Soledad Fondovila, matriculada en el Colegio de Nutricionistas de la Provincia de Buenos Aires.
En ese sentido, se recomienda la cocción con calor seco, que se refiere a aquellas técnicas de cocción en las que el calor se transfiere al alimento sin usar humedad: al wok, a la sartén o al horno, donde los sabores son más intensos y por ende más apetecibles. Asimismo, ahora que comienzan los días más fríos del año y es más común consumir platos calientes, se puede optar por sopas caseras de verduras y/o fideos, avena, carnes magras, evitando así las sopas instantáneas, debido al alto contenido de sal que aportan.
Fondovila propuso una alimentación reducida en sodio y/o sal (cloruro de sodio): “Debemos evitar utilizar caldos concentrados, debido a su elevado contenido de sal y de grasa, y reemplazar a la sal de mesa por condimentos que realcen los sabores del plato, como pueden ser el orégano, laurel, perejil, romero, pimienta, pimentón dulce y ajo, entre otros”, explicó.
Otro grupo de alimentos que se debe evitar por la cantidad de sal y sodio que contienen son los snacks o productos de copetín, como las papitas fritas y los palitos y maní salados, entre otros, que pueden ser sustituidos por salsas y humus caseros a base de legumbres secas, etc. También es conveniente evitar los fiambres, embutidos y quesos duros, que son los que más contenido de sal poseen.
Finalmente, la nutricionista advirtió sobre “los alimentos industrializados, que pueden contener aditivos, como propionato de sodio, sulfito de sodio, carbonato de sodio y glutamato monosódico, entre otros. Hoy en día, gracias a la Ley de Etiquetado Frontal, esos productos en su envasado tienen la leyenda ‘con exceso de sodio’, que es de gran ayuda para que, quienes padecen la hipertensión arterial, puedan reconocerlos fácilmente a partir de su empaque.