El dengue en el tango

Por Juan Baláz

La música y las danzas han demostrado que pueden llegar a liberar a las personas de las tensiones emocionales o mentales que son motivadas por sus preocupaciones o disgustos, teniendo en cuenta que el mayor valor de la danza reside en su ilimitado potencial como un agente “resocializador”.
En columnas anteriores de Noticias de Salud nos referimos a la beneficiosa relación que existe entre el tango y la salud, a tal punto que hoy disponemos de la tangoterapia, con técnicas especializadas y multidisciplinarias que demostraron categóricos beneficios en la recuperación de la salud y la rehabilitación de los pacientes con enfermedades cardiovasculares, metabólicas, nerviosas y otras más.
Un reconocimiento especial ha merecido el tango cuya relación con la salud involucra a sus partícipes, médicos, psicólogos, músicos y bailarines, un reconocimiento que está demostrado en los diversos tangos que, a lo largo de los años, distintos maestros, compositores y músicos, dedicaron como un testimonio de gratitud y amistad a sus médicos, enfermeros y hospitales.
El baile del tango ha ido creciendo en el transcurso del tiempo. Basta recordar “Los bailes del Internado” y a Roberto Firpo y Pirincho Canaro celebrando su fiesta en el Palais de Glace con los primeros tangos “El Apronte” y “Matasanos”, este último dedicado a los internos del Hospital Durand; bailes que se realizaban todos los años con tangos memorables, entre otros “Clínicas”, “Rawson”, “Muñiz”, “El internado”, “El galeno”, “El cirujano”, “Bicarbonato”, “Sal Inglesa”, “Pulmonía doble” y muchos más…

No debe resultarnos extraño que hasta las enfermedades tuvieran sus propios tangos y, entre ellas, el dengue parece haber sido una de las preferidas. Por eso hoy, en plena crisis sanitaria causada por el número creciente de contagios y los alertas con recomendaciones difundidos por los medios, no debe sorprendernos si nos enteramos que las primeras epidemias de dengue en Argentina se conocieron en 1905 en el Chaco, en 1911 en Corrientes y en 1917 en Entre Ríos, y los argentinos estuvieron familiarizados con el dengue, a tal punto de dedicarle algunos de sus tangos.
Así nos lo comenta nuestro amigo Luis Alposta quien, además de médico y periodista, es Presidente de la Academia Porteña del Lunfardo. Los músicos de aquella época no se limitaron a dedicar sus tangos a los médicos, boticarios y hospitales, también los dedicaron a las enfermedades. Gracias a ello, el dengue quedó incorporado a nuestra historia también con tangos, como “El dengue” de Gerardo Metallo en 1915, el tango milonga “El dengue” de Miguel Alfieri en 1917 y otro tango “El dengue” de Arnoldo Yódice y Vicente Demarco del año 1918.
Posteriormente, en la década de los sesenta en América, se sumaron el cubano Rodrigo Prats con su afamada zarzuela “Amalia Batista” y Dámaso Pérez Prado, el creador del mambo, con sus composiciones “El dengue del tartamudo”, “El dengue universitario”, “El dengue del poli”, “El dengue del bombero” y “El dengue del amor”.
Finalmente hoy, en las páginas de internet, disponemos de abundante información oficial y también acceso a videos que, en algunos casos con calidad y simpatía, incluyen información de la enfermedad y medidas para su prevención.

Entre los diversos videos les recomiendo “El Chavo Dengue Prevención low” de You Tube que, sin duda, les resultará simpático, involucrando al Chavo y su grupo Chespirito en la lucha contra el mosquito transmisor del dengue, un video que concluye, como esta columna, destacando que sin mosquitos el dengue no existe y entre todos podemos eliminarlos.