Todavía sigue haciendo ruido el informe de la Organización Mundial de la Salud en el cual advirtió que los endulzantes no calóricos artificiales o naturales ya no serían efectivos para controlar el peso y aumentarían el riesgo de diabetes tipo 2. Contrario a lo que muchos expertos opinan, el reconocido médico especializado en obesidad señaló en Noticias de Salud Radio: “Hace 50 años se realizan denuncias contra los edulcorantes, pero hasta el momento no hubo ninguna demostración real de que exista un riesgo para la salud. La OMS en su historia ha tenido un 80% de aciertos y un 20% de barbaridades y este informe está dentro de las barbaridades”. Así de contundente fue el Dr. Alberto Cormillot, quien también habló de su último libro “La alimentación inteligente para vivir 100 años”.
“¿Azúcar o edulcorante?” es la pregunta automática al pedir un café. En una sociedad con un paladar tan acostumbrado a lo dulce cuántos estarían dispuestos a abandonar el consumo de azucares para entregarse al sabor natural de los alimentos y bebidas. Es difícil, aunque hay mucha gente que al visitar un nutricionista cambió azúcar por edulcorante en sus infusiones (cabe aclarar que el edulcorante vive en una gran cantidad de productos industrializados). Justamente, en quienes sumaron edulcorantes a su dieta, todavía sigue haciendo ruido el reciente informe de la OMS, en el cual, se advirtió que ya no serían efectivos para controlar el peso, además de generar algunas enfermedades. ¿Qué dicen los expertos? Algunos especialistas se apoyan en éste y otros estudios científicos que asocian los edulcorantes a riegos de salud. Otros, aprovecharon la ocasión para recomendar cómo reducir el umbral del dulzor y moderar las ingestas diarias. Lejos de alarmar, el reconocido médico especializado en obesidad, Dr. Alberto Cormillot, sostuvo en Noticias de Salud Radio: “Hace 50 años se realizan denuncias contra los edulcorantes, pero hasta el momento no hubo ninguna demostración real de que exista algún riesgo para la salud. La OMS en su historia ha tenido un 80% de aciertos y un 20% de barbaridades y este informe está dentro de las barbaridades”.
-Hace poco la OMS advirtió que los edulcorantes ya no serían efectivos para controlar el peso, y aumentarían el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. ¿Hay que tomar algún recaudo?
– Ninguno. Hace 50 años se realizan denuncias contra los edulcorantes, pero hasta el momento no hubo ninguna demostración real de que exista un riesgo para la salud. La OMS en su historia ha tenido un 80 o 90 por ciento de aciertos y un 10 o 20% de barbaridades y este informe está dentro de las barbaridades. Lo que encontraron es una asociación entre diabetes y consumo de edulcorantes. La gente que tiene diabetes usa edulcorante, pero no tiene diabetes porque usa edulcorante. Igualmente, si uno lee el trabajo original de la OMS solo dice que hay que seguir investigando, pero nada concreto. Hubo una mala interpretación por parte de algún sector de la prensa. Así que se puede seguir consumiendo edulcorantes sin problema. De hecho, uso edulcorante y lo voy a seguir haciendo.
«La OMS en su historia ha tenido un 80% de aciertos y un 20% de barbaridades. El informe sobre edulcorantes está dentro de las barbaridades”.
– Al tomar un café, por ejemplo, ¿cuál sería la cantidad adecuada de sobrecitos?
– Para que un edulcorante haga daño a la salud debería usarse 50 veces más de lo que usaría cualquier persona promedio. En el caso de la stevia, 100 o 200 veces más, aunque tampoco estoy seguro de que haga daño.
– Vivimos en una cultura que endulza todo. Si pedís un café en cualquier lugar te preguntan “azúcar o edulcorante”.
-Así es. Pero en otros países de Europa no es así. Hace poco estuve en Irlanda y si no pedís edulcorante no te lo dan. El informe de la OMS se da en el contexto de un largo combate entre dos grandes industrias: edulcorantes versus azúcar y cada tanto se tiran con misiles. A veces se confunde, pero son dos cosas bien diferentes: el azúcar facilita la aparición de obesidad y eso produce 5 millones de muertes al año. Sin embargo, no hay ninguna prueba de que el edulcorante ponga en riesgo la salud.
-Entonces, dejar el edulcorante no tiene ningún beneficio para la salud.
– Ninguno. Hasta el día de hoy no existe ninguna prueba.
«siempre hubo un combate entre dos grandes industrias: edulcorantes versus azúcar y cada tanto se tiran con misiles»
– En tu nuevo libro “La alimentación inteligente: para vivir 100 años” hablás de un ambiente obesogénico. ¿Qué es?
– Es un ambiente en el cual todo está preparado para que uno engorde. Y no es por maldad de alguien. Es que vivimos en un ambiente con mucha pantalla que sustituye al movimiento. La computadora y el televisor reemplazan a aquellos juegos de la infancia que implicaban moverse; ahora el chico se queda adentro de su casa frente a una pantalla sin moverse. La industria de la alimentación cada vez fue haciendo cosas más ricas, baratas, accesibles y prácticas. Un paquete de galletitas en un cajón de una oficina puede ser más práctico que tener una mandarina o manzana. Entonces, en parte, la industria resolvió el problema de la desnutrición, pero agregó un problema más que es el del exceso de peso. Hoy en el mundo hay 2.500 millones de personas con exceso de peso y 800 millones de desnutridos. Hace un tiempo era al revés.
– ¿Por qué no vemos publicidades sobre los beneficios de comer frutas?
– En la industria de la alimentación el 60% de lo que come el mundo occidental está manejado por 15 empresas con distintos nombres. Nestlé, Coca Cola, Kraft para dar algunos ejemplos tiene 20 o 50 marcas cada una. Pero son 15 empresas que manejan el 60% de la alimentación de medio mundo. Y no es que tengan maldad, necesitan vender y generar ganancias. Pero su crecimiento fue descomunal y sin regulaciones. Cuando aparecieron los autos al primer accidente se pusieron límites de velocidad. En cambio, la industria de la alimentación creció y al parecer nadie se dio cuenta de que era necesario poner limitaciones. Y se metió en todas partes: en los kisocos de las escuelas, por ejemplo, con bebidas azucaradas para acompañar comidas en vez de tomar agua como antes.
– En tu libro te referías a “zonas azules”, lugares longevos en el mundo donde se vive más de 100 años. ¿Qué hacen para lograr eso?
– Se llaman Zonas Azules sencillamente porque quienes las estudiaron pintaron el mapa de azul. Algunas de ellas son Vilcabamba (Ecuador), Loma Linda (California, Estados Unidos), Península de Nicoya (Costa Rica), Okinawa (Japón), algunos lugares de Grecia y otros del sur de Italia. Lo que tienen en común estas ciudades es que en general llevan una vida con una alimentación basada vegetales y pocas grasas animales. Es gente que no fuma y hace vida rural, mucha actividad física y le dan un lugar importante a la vida familiar y el respeto a los mayores. También, hay una gran conciencia del cuidado de la naturaleza, entre otros factores. He estado un tiempo en Vilcabamba estudiando el tema de la longevidad. Parte de esa comunidad dice que vivir más de 100 años se debe a elementos que están en el aire, el agua y cosas magnéticas, pero hasta el momento no se ha podido comprobar. Lo cierto es que cuando se supo que en esta ciudad de Ecuador la gente vivía más años llegaron muchos americanos y donde había una huerta o granja pusieron un supermercado. Lamentablemente, lo que era un ambiente saludable se transformó en un ambiente obesogénico.
– ¿Cómo es un día del Dr. Cormillot en cuanto a la alimentación?
– Me levanto a las 4 de la madrugada y 4.30 desayuno un huevo pasado por agua, un yogur, una tostada de pan integral con queso blanco y mermelada común (acompañada por un queso magro); también tomo un poco de jugo de naranja. A las 7.30 AM tomo un yogur con cereales. Al mediodía como una ensalada de frutas con trozos de queso magro. A las 14, como merienda, alguna tostada con queso blanco y mermelada. A veces suelo agregar algo más o paso directamente a la cena: una ensalada con pescado o pastas o una milanesa de pollo, pero siempre hay una ensalada con verduras. La actividad física es clave: tomo cinco clases, dos de TAP, una de tango, una de danza aérea y una de gimnasia.
– En tus 62 años dedicados a la nutrición ¿cuál fue la dieta de moda más ridícula que hayas escuchado?
– La dieta cleaning (limpiar en inglés) que es con purgantes y sin comer es bastante disparatada. En este momento hay unas 40 o 50 dietas de moda y mucha gente se engancha. Pero son dietas que responden a una creencia y no a una evidencia. La lista es larga: ese polvito que se le ponía a las pastas para no engordar; el chicle; plantillas para adelgazar, enemas, lavaje colónico, entre muchas otras. Lo cierto es que la gente en su mayoría no está proclive a llevar una alimentación saludable, lo que quiere es bajar de peso.
-¿Qué significa comer pensando?
– Significa estar concentrado cuando comés y no estar pensando en cualquier cosa, porque si no se come rápido y más, no se registra lo que se come, no digerís bien y el cerebro se confunde. Si son 15 minutos para comer dedícate solo a eso.
– ¿Cuál sería el primer paso para combatir la obesidad infantil?
– Se necesita decisión política. La industria alimentaria tiene empresas con casi 100 años y no cambia. El Estado no tiene interés en cruzarse con esta industria. En algún momento propuse junto a un equipo crear un Instituto Nacional de Nutrición con suficiente poder independiente del poder político, pero no se pudo lograr. Como dije antes no hay regulación eficaz sobre la industria alimentaria; ya sea en la cantidad de porciones, la composición de alimentos, el marketing y la veracidad de lo que dicen las etiquetas de los productos. No existe un marketing social que comunique a la gente cuáles son las cosas que más le convienen comer y cuáles menos. Tampoco hay un aliento al consumo de frutas y verduras acompañado de una política fiscal. Estamos lejos de abordar la obesidad infantil como se debería.
«No hay decisión política para combatir la obesidad infantil»
-En San Isidro estás coordinando el Servicio de Nutrición para la Comunidad con sede en el Hospital Central. ¿Qué iniciativa están desarrollando actualmente?
-Estuvimos trabajando durante los últimos meses con todos los nueve Centros de Atención Primaria de la Salud (CAPS) que hay en el distrito. La propuesta es abordar la obesidad a través del trabajo en grupo, porque está comprobado que ofrece buenos resultados y con menor costo. En un grupo podés atender unas 15 personas que interactúan y cada integrante se inspira en el otro; se trata de un aprendizaje mutuo muy eficiente.