El dupilumab, el primer biológico desarrollado específicamente para esta enfermedad, ya estaba disponible en nuestro país para adultos y ahora puede indicarse también en pacientes entre 12 y 17 años.
Se aprobó en Argentina la indicación de un medicamento biológico, el dupilumab, para el tratamiento de la dermatitis atópica severa en adolescentes de entre 12 y 17 años. Este ya se encontraba aprobado para su uso en adultos desde 2019. La dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria, crónica y recurrente de la piel, que se caracteriza por brotes frecuentes, picazón intensa, irritación, dolor enrojecimiento, costras e infecciones. Suele comenzar en edades tempranas (aunque puede desencadenarse directamente en la adultez) y se calcula que afecta a entre el 15-30% de los niños. Si bien muchos casos mejoran y se curan pasada la adolescencia, otras veces se perpetúa en la vida adulta; algunos estudios sugieren que afecta a entre el 2 y el 10% de los adultos.
“Es una muy buena noticia que contemos con más y mejores tratamientos para los cuadros graves en adolescentes, porque para ese grupo había opciones limitadas y necesidades ciertamente insatisfechas”, manifestó la Dra. Carla Castro, médica dermatóloga, Coordinadora de la Unidad de Dermatitis Atópica del Servicio de Dermatología del Hospital Universitario Austral.
El tratamiento de esta enfermedad, que por su gravedad puede ser leve, moderada o severa, requiere un enfoque integral y debe partir desde el primer escalón, que es la educación para el cuidado diario de la piel, con humectación constante y evitando la exposición a irritantes como determinadas telas, perfumes y cambios en la temperatura del ambiente, entre otros. Los primeros tratamientos son cremas y emolientes, luego corticoides tópicos, fototerapia y, si el paciente no responde o no son adecuados, se consideran los tratamientos sistémicos, entre los cuales se encuentran los biológicos como el dupilumab.
El grado de severidad de la dermatitis atópica se determina a partir de diferentes clasificaciones internacionales validadas para objetivar la severidad, que consideran el porcentaje de la superficie corporal afectada por lesiones y su ubicación (el impacto tiende a ser mayor cuando estas están ubicadas en manos, rostro y genitales, por ejemplo). Y también se tienen en cuenta aspectos más subjetivos como el grado de picazón y cuánto repercute en la calidad de vida, en términos de descanso nocturno y dificultad para realizar con normalidad actividades de todos los días.
“La evaluación del grado de severidad de la enfermedad y del nivel de control que se obtiene con los tratamientos se hace en el consultorio, pero hoy el médico no es la única palabra a la hora de tomar decisiones sobre si estamos en el esquema terapéutico y el camino correctos, sino que se tiene sumamente en cuenta cómo el paciente siente y evalúa su enfermedad”, puntualizó el Dr. Claudio Parisi, Jefe de las secciones Alergia Adultos y Alergia Pediátrica del Hospital Italiano de Buenos Aires .
En un contexto de enfermedad crónica, que es la historia de la vida de muchos de los pacientes, el día a día puede ir tornándose complejo y originar alteraciones psicológicas, cuadros de aislamiento, ansiedad, angustia y depresión1. “Particularmente, los niños y adolescentes atraviesan una etapa de sus vidas en la que van dándose cambios en su cuerpo y pueden verse influenciados, como todos, por la percepción de los demás. En ocasiones, la propia piel es la carta de presentación ante el resto y esto puede generar mucha angustia y a veces los pacientes ven significativamente impactada su autoestima”, explicó la Dra. Castro.
Respecto de los mecanismos que desencadenan esta enfermedad, el Dr. Parisi reconoció que en los últimos años, se profundizó mucho el grado de entendimiento sobre la dermatitis atópica: “hoy sabemos que coexisten defectos de la barrera de la piel, con un proceso inflamatorio conocido como ‘de tipo 2’, ocasionado por una sobreactivación del sistema inmunológico que produce descontroladamente una serie de proteínas , cuyo impacto se manifiesta en la piel, pero también puede alterar la mucosa respiratoria, desencadenando asma, poliposis nasal o rinosinusitis, y la mucosa gástrica, generando alergias alimentarias. Con frecuencia, algunas de estas condiciones coexisten en el mismo paciente”.
Tratamiento biológico en adolescentes
En un estudio clínico que incluyó 251 pacientes con dermatitis atópica moderada a severa, de entre 12 y 17 años, el uso de dupilumab demostró mejorar significativamente los indicadores o scores que se midieron, tales como la superficie corporal afectada y la intensidad de las lesiones, el nivel de picazón e impacto en el descanso nocturno. Más pacientes mejoraron rápido, en pocas semanas, en términos de picazón, por ejemplo, y más siguieron mejorando a lo largo del tiempo en relación con el grupo control. Además, menos pacientes necesitaron medicaciones de rescate (como corticosteroides tópicos o sistémicos o inmunosupresores sistémicos no esteroideos).
“A veces, existe cierto temor o reticencia de los padres a dar el salto a un tratamiento sistémico para sus hijos, aun en los casos en los que claramente los tópicos y emolientes no son suficientes. Sin embargo, los tratamientos biológicos modernos, como el dupilumab, presentan un perfil de seguridad muy amplio, con evidencia de ofrecer beneficios sostenidos en el tiempo, con estudios a 3 años. Igualmente, todo esto se habla en la consulta con el paciente y sus padres, para determinar juntos el mejor esquema de tratamiento para esa etapa de la enfermedad”, agregó la Dra. Castro.
En la misma línea, el Dr. Parisi refirió que “los estudios a largo plazo describieron que este es un medicamento seguro y eficaz. Además, no tiene un efecto inmunosupresor, sino que es un inmunomodulador, por lo que no aumenta riesgo de infecciones e inclusive logra una disminución de las infecciones severas de la piel y del aparato respiratorio”.
Otro mensaje importante, agregó el especialista, es que, “en este contexto de pandemia, los pacientes tratados con dupilumab no presentan riesgo incrementado de contraer enfermedad por COVID-19 o de desarrollar cuadros más complejos si se contagian”.