Cuando menor es el riesgo, mayor es la prevención cardiovascular

Cuáles son las estrategias más interesantes que deberíamos adoptar para disminuir el impacto de la enfermedad cardiovascular.

Cuáles son las estrategias más interesantes que deberíamos adoptar para disminuir el impacto de la enfermedad cardiovascular, la primera causa de muerte en Argentina y el mundo occidental, muy por encima del cáncer, las enfermedades respiratorias y las enfermedades infecciosas.

Los especialistas siguen llamando la atención que entre tres y cuatro de cada diez personas, de todas las edades, mueren por enfermedades cardiovasculares, y la mitad de la población que sufre estos problemas de salud vive ignorando que los padece.

Las encuestas confirman que, año tras año, los factores de riesgo van en aumento y controlándolos oportunamente, con medidas simples, reduciríamos notablemente el número de discapacidades y muertes.

Ponen énfasis en el sedentarismo que sigue en aumento, como el consumo de sal, los deliveries y las comidas elaboradas que no dejan de crecer, además del consumo de tabaco y otras sustancias no muy santas que se van imponiendo entre las personas cada vez más jóvenes.

Por eso, no debemos sorprendernos si dos de cada tres argentinos están excedidos en el peso, si uno de cada tres es hipertenso, si uno de cada tres tiene elevados los valores de su colesterol, y casi dos de cada diez son diabéticos.

Lo que sí debe sorprendernos es la realidad que dice que uno de cada dos de estos pacientes con cifras altas de la presión arterial, del colesterol o la glucemia, no se controlan y ni siquiera consultan a su médico para saber si son hipertensos o tienen el colesterol o la glucemia elevados, cuando necesitarían controlarse y recibir tratamiento médico más frecuentemente.

Para colmo, la mitad de los que fueron diagnosticados, sabiendo que son hipertensos, diabéticos o tienen valores de colesterol elevados no cumplen con el tratamiento, algunos porque no tienen síntomas hasta tanto no aparecen las complicaciones, otros porque no tienen acceso a los medicamentos y también otros porque aun recibiéndolos los abandonan.

Recientemente, en el Congreso Argentino de Cardiología que este año tuvo su sede en los salones de la Sociedad Rural Argentina en octubre, en diferentes mesas redondas y conferencias, los especialistas se dedicaron a tratar lo más novedoso en materia de tratamiento de la hipertensión arterial, aumentos del colesterol, diabetes, enfermedades coronarias, enfermedad renal y también avances en medios diagnósticos y cirugía cardiovascular.

Entre todos, la atención de esta columna se focaliza en una de las mesas redondas que reunió cardiólogos, hipertensólogos y comunicadores de la salud poniendo énfasis en todos aquellos factores de riesgo que a través de su reducción y control hacen más a la prevención cardiovascular.

Sal
El primer turno le tocó al consumo de sal. Nuestro cuerpo necesita una determinada cantidad del sodio para funcionar adecuadamente porque el sodio ayuda a la función de nuestros nervios y músculos y mantener el equilibrio de los líquidos en nuestro cuerpo.

Los riñones son los órganos encargados de controlar la cantidad de sodio del cuerpo, y cuando el cuerpo tiene demasiado sodio los riñones no pueden eliminarlo; el sodio se acumula primero en la sangre y después en la pared de las arterias y los tejidos hasta terminar causando el aumento de la presión arterial y, en consecuencia, problemas de salud más serios que afectan al corazón y los vasos, el cerebro y los propios riñones, con ellos nuestro pronóstico y calidad de vida.

El sodio se presenta de manera natural en la mayoría de los alimentos. Las carnes, las leches, las verduras, todos contienen sodio en forma natural como también lo contiene el agua que bebemos, las conservas animales y vegetales, las carnes procesadas, los embutidos, los fiambres, los quesos y los congelados y, mucho más, las comidas rápidas de los “deliveries” que contienen sodio agregado para su conservación.

En nuestro medio, y por razones culturales, a todas estas fuentes de sodio les sumamos la sal del salero que está siempre presente en la mesa a la hora de comer y son muchas las personas que, por un reflejo automático y sin siquiera haber probado el gusto de la comida, le siguen agregando sal.

Nos resulta muy fácil cometer los excesos que cometemos y por cometer esos excesos resultan las complicaciones cardiovasculares, cerebrovasculares y renales que se reflejan en las estadísticas de salud. Los argentinos consumimos un promedio de 12 gramos de sal diarios, una cifra que nos coloca en el podio de los países más altos consumidores en el mundo, cuando la recomendación de la OMS para la población en general es de 5 gramos diarios, 2 a 3 gramos diarios en las personas hipertensas, y estas son las metas propuestas por las autoridades de salud para el año 2020.

Los especialistas vuelven a reclamar nuestra atención por conservar un estilo de vida saludable para mantener controlados los factores de riesgo que afectan la salud de más de la mitad de los adultos y vienen comprometiendo cada año con mayor frecuencia la salud de los adolescentes y los adultos jóvenes.

Del mismo modo que nos recuerdan que con “menos sal, más vida”, nos convocan a controlar las cifras de la presión arterial desde jóvenes, con mayor rigor en aquellas personas que cuentan con antecedentes familiares y otros factores de riesgo como diabetes, tabaquismo, sedentarismo y obesidad.

En cambio, permiten una mayor elasticidad del tratamiento en las personas de edad avanzada en quienes excederse en el descenso de la presión arterial también puede ser perjudicial.

Entre los conferencistas, el doctor Alberto Cormillot se refirió al control alimenticio y la práctica habitual de ejercicios regulares para mantener un peso saludable y reducir el riesgo cardiovascular.

Respecto de las dietas, recordó la dieta mediterránea y la dieta DASH, donde las grasas saturadas son reemplazadas por grasas no saturadas que no dañan a las arterias, en base a alimentos naturales posibles de encontrar en cualquier verdulería, pescados de aguas frías, como el salmón, el atún o la caballa, semillas de lino y nueces, aderezando las ensaladas con aceite de oliva o de canola, consumiendo discretamente el vino tinto, porque todos ellos tienen propiedades antioxidantes que ayudan a prevenir los aumentos del colesterol malo y el consecuente daño cardiovascular.

Las últimas referencias estuvieron dedicadas a combatir el sedentarismo, la obesidad y el estrés.

El sedentarismo con caminatas diarias de 30 a 40 minutos o ejercicios de resistencia dos o tres veces por semana, de acuerdo a la capacidad de cada persona; mientras tanto para combatir el estrés, que es capaz de duplicar el daño, recomendaron la práctica de técnicas de relajación una o dos veces al día, muy fáciles de hacer respirando profunda y rítmicamente con los ojos cerrados, la meditación, el yoga y la oración, dormir una buena siesta o sacar a pasear al perro un par de veces al día, y quienes tienen un hobby practicarlo o como también practicar la risa y el baile que demostraron beneficios para la salud.

Cumpliendo todas estas recomendaciones, muy probablemente se cumplirá el lema que propusieron los conferenciantes “cuando menor es el riesgo, mayor es la prevención cardiovascular”, y su propuesta no debe quedar ahí, porque también debemos transmitirla y testimoniarla a nuestros familiares y amigos desde pequeños, porque la niñez es la etapa más importante para el aprendizaje de los hábitos saludables que nos van a acompañar a lo largo de la vida para el mantenimiento de nuestra salud y calidad de vida.

Por Juan Baláz para Noticias de Salud