• Por supuesto puede haber factores orgánicos en algunas impotencias o en las llamadas dispareunias (coito doloroso) que no se pueden dejar sin resolver.
• Muchas veces detectamos abusos sexuales en la infancia y antecedentes de violaciones.
Debemos aclarar que este sistema de interacción de la pareja se mantiene entre ambos y no porque uno de los dos sea el “malo de la película” o el “culpable”; quizás les cabe lo que decía Sartre: «semivíctimas y semicómplices”.
Uno de los desencadenantes del pedido de ayuda, que pueden motorizar los cambios, suele ser el deseo de tener hijos o cuando alguno de los dos cónyuges amenaza con separarse (es causa de anulación civil y religiosa del matrimonio) o simplemente porque ambos, o uno de ellos, sienten que esa relación no puede seguir así.
Contra lo que podría pensarse, muchas de estas parejas tienen todo tipo de juegos sexuales, con orgasmos incluidos; lo que no pueden es realizar la penetración vaginal: allí está jugada la escena temida. Incluso he tratado varios casos donde que ellas habían tenido hijos –por cesárea- y seguían siendo vírgenes (sus parejas les habían eyaculado en la puerta de la vagina abierta y lubricada, sin penetración).
Esta disfunción de la pareja se presenta casi en un 2% de los matrimonios. Recuerdo el caso de una pareja joven que llevaba 8 años de casados sin poder consumar la penetración, siendo ambos vírgenes, y esto los cargaba de una gran ansiedad y depresión. Nunca me olvidaré, un año después de un exitoso tratamiento, que en la presentación de uno de mis libros vinieron a saludarme con el bebé que habían concebido.
El sufrimiento de la pareja
No olvidemos que en un mundo de supuestos triunfadores sexuales (aunque ahora el auge de la droga sildenafil ha puesto en evidencia la falacia de estos enunciados) ellos se sienten como verdaderos fracasados: han tenido que soportar las bromas correspondientes sobre la luna de miel; la familia y los amigos les recuerdan siempre la tardanza en la llegada de los hijos, y tienen que mentir casi todo el tiempo sobre su condición.
Según Sapetti hay casos de mujeres que no iban al ginecólogo (incluso jamás se habían hecho un PAP) o de aquellos que haciendo psicoterapia no se lo contaban al analistas. Hay situaciones en que la fobia sexual es tan marcada que a veces les impide tocarse o besarse configurando un clásico paradigma de complementación disfuncional manteniendo así el equilibrio durante años; ellos lo categorizan acertadamente: «somos como dos hermanitos» (enunciado que puede tener una doble lectura: el vínculo des-erotizado o el miedo incestuoso que paraliza).
El principal obstáculo, aunque parezca paradójico, es el miedo al cambio, el miedo al éxito: justamente aquella escena más deseada es también para ellos la más temida, la más amenazante.
Cómo es el tratamiento
• Con las terapias sexuales que son terapias focalizadas de la pareja, de resolución sintomática y cortas (10 a 15 sesiones) se logran muy buenos resultados. Hay parejas a las cuales hemos tratado a distancia con buen suceso.
• En algunos casos se utiliza medicación antifóbica o los nuevos suplementos (THERION F1) y tratamientos para la impotencia (sildenafil, tadalafilo, vardenafilo) y para la eyaculación precoz (por ejemplo la dapoxetina), y se logran resultados francamente notables en un breve lapso de tiempo.
Por Adrián Sapetti, médico psiquiatra y sexólogo.