Este año se conmemora la Semana Mundial de la Lactancia Materna con foco en la protección del medio ambiente y el cuidado del cambio climático. Desde la Sociedad Argentina de Pediatría, destacan los beneficios de la leche humana, tanto para el bebé y su desarrollo, como para la mamá y recalcan que es un producto natural, renovable y ambientalmente seguro.
Del 1 al 7 de agosto se celebra en más de 170 países la Semana Mundial de la Lactancia Materna, una iniciativa destinada a fomentar la leche humana y mejorar la salud de los bebés de todo el mundo. Particularmente, este año, bajo el lema ‘Apoyar la lactancia materna contribuye a un planeta más saludable’, la campaña pondrá foco en el impacto que produce la alimentación infantil en el medio ambiente e indirectamente en el cambio climático.
Desde la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), acompañan la iniciativa subrayando que la lactancia materna ayuda a mantener la seguridad ambiental, ya que no genera residuos y su producción no implica gasto de recursos naturales. La consideran una decisión climáticamente inteligente e instan a comprometer a los individuos y organizaciones para tener un mayor impacto e impulsar acciones para mejorar la salud del planeta y de las personas.
“La leche materna es el mejor alimento para el bebé, tanto en condiciones de salud como de enfermedad, y la concientización y estimulación debe comenzar durante el embarazo, compartiendo con la mamá información científica actualizada sobre los beneficios de la leche humana”, sostuvo el Dr. Omar Tabacco, presidente de la Sociedad Argentina de Pediatría.
“En esta Semana Mundial de la Lactancia Materna destacamos su significado como una verdadera conexión entre la salud humana y los ecosistemas de la naturaleza. La leche materna es natural, renovable y ambientalmente segura. Proteger, promover y apoyar la lactancia materna contribuye a disminuir las desigualdades que existen en el camino del desarrollo sostenible”, explicó la Dra. María Luisa Ageitos, médica pediatra, ex presidenta de la Sociedad Argentina de Pediatría.
La producción de leche de vaca, por ejemplo, genera contaminación en diversas instancias, como en el gas metano que emite la vaca, el alimento que necesita, el combustible necesario para transportar la leche y el envase que la contiene. La leche materna, en cambio, es un producto humano que es capaz de producir el alimento modelo que necesita la especie usando alimentos de menor calidad: la mamá, por ejemplo, convierte proteínas vegetales en la proteína patrón, que es la leche humana. Además, es la única diseñada por la naturaleza para el bebé humano: todos los mamíferos producen leche para sus crías, todas diferentes, cada una adaptada a la velocidad de crecimiento y a las características de esa cría.
“La lactancia materna es un acto ambientalmente sostenible de alimentación que no requiere utilización de energía eléctrica, no gasta agua en preparación ni en lavado de biberones, no se necesitan utensilios y evita el uso de jabones o productos de limpieza que son grandes contaminantes del entorno. Reduce el consumo y no produce residuos, no hay gastos de combustibles de transporte y distribución, no dejando Huella de Carbono y su uso disminuye la producción de gases de efecto invernadero que contribuyen al calentamiento global. Proteger, promover y apoyar la lactancia es crucial para la salud de la población infantil y del planeta”, afirmó por su parte la Dra. Marisa Gaioli, Secretaria de la Comisión de Salud Infantil y Ambiente de la SAP.
Teniendo en cuenta que la lactancia natural es el mejor modo de proporcionar al recién nacido los nutrientes que necesita, la Sociedad Argentina de Pediatría, en línea con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la recomienda como modo exclusivo de alimentación durante los 6 primeros meses de vida y en forma complementaria con alimentos saludables por lo menos hasta los 2 años de edad. No obstante, en la Argentina, según la cifras de la Encuesta Nacional de Lactancia Materna (ENaLac) de 2017, la lactancia materna exclusiva se mantiene a los 2 meses en solo 6 de cada 10 niños (58%), a los 4 meses en 1 de cada 2 (51%) y a los 6 meses en apenas 4 de cada 10 (42%).
Entre muchos otros, uno de los principales factores que atenta contra la lactancia materna es la falta de permiso de maternidad en los lugares de trabajo. Por un lado, los permisos varían de provincia en provincia, los tiempos son reducidos y en el mejor de los casos la reducción horaria laboral rige hasta el año de vida del bebé, cuando la recomendación es prolongar la lactancia (complementada con alimentación saludable) hasta los 2 años. Otro aspecto importante es el acompañamiento familiar, para ayudar a la mamá a sostener la lactancia, ya que debe ser un compromiso no de una sola persona, sino del conjunto de la familia.
“Los beneficios en salud para los bebés están documentados: evita muertes infantiles, ya que contribuye a prevenir enfermedades como neumonía y diarrea, otitis media, sepsis neonatal y enterocolitis necrotizante, fomenta el desarrollo y la sobrevida en prematuros pequeños y los protege -en parte- de la ceguera por retinopatía del prematuro. Por otro lado, disminuye el riesgo de muerte súbita (muerte blanca), mejora el desarrollo cognitivo y disminuye la incidencia de varias condiciones como la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa, entre otras”, consignó la Dra. Ageitos, quien fue distinguida como ‘Personalidad destacada en el ámbito de la Salud’ por parte de la legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Otro aspecto a destacar es el de la contribución de la lactancia materna a la conformación de una microbiota intestinal saludable del bebé, que está compuesta por la comunidad de bacterias beneficiosas que progresivamente van colonizando el intestino. La madre transmite al niño, en su leche, bacterias ‘buenas’ de su propia microbiota intestinal que incluye también a los prebióticos, un grupo de hidratos de carbono que sirven de alimento para esas bacterias beneficiosas.
“Una microbiota saludable le va a facilitar al niño el desarrollo de su sistema inmunológico, disminuyendo la posibilidad de que sea alérgico en etapas posteriores de la vida, promoviendo defensas bien generadas y programando metabólicamente a esa microbiota para toda la vida en relación con la disminución de la posibilidad de que desarrolle condiciones crónicas como hipertensión, colesterol elevado, sobrepeso u obesidad, entre otras”, indicó Dr. Tabacco.
‘Más niños que reciben lactancia materna durante los tiempos indicados serán más adultos sanos con menores patologías crónicas, es decir, serán más productivos laboralmente y necesitarán de menos internaciones e intervenciones médicas en el futuro’, afirman desde la SAP.
“En cuanto a los beneficios para la madre, no solo disminuye el riesgo de depresión post parto y mejora su autoestima, sino que reduce la incidencia de algunos tipos de cáncer, como de mama, ovario y útero; mejora la evolución de la enfermedad en las mujeres diabéticas que amamantan a sus hijos y les permite recuperar la silueta (ya que pierden la grasa acumulada en la cintura en el primer trimestre del embarazo, que está preparada como reserva para la lactancia). La madre, estimulada por la secreción hormonal que desencadena la lactancia, se siente plácida y con una emoción particular de diálogo con su bebé, que le otorga un desarrollo emocional y afectivo a lo largo de su vida. Entre ambos se desarrolla un vínculo de apego saludable y duradero. Finalmente, contribuye a espaciar los nacimientos y a reducir el riesgo de anemia por pérdida de sangre, ya que suele producir disminución del sangrado menstrual por varios meses”, remarcó la Dra. Ageitos.
“Existen muchas leches de fórmula para distintas enfermedades y demás, pero cualquiera de ellas debe ser utilizada únicamente en caso de no ser posible la lactancia materna. Por más que existan fórmulas específicas para otros trastornos digestivos, siempre deben estar subrogadas a la disponibilidad de la lactancia materna, que debe ser prioridad en cualquiera de estas situaciones”, concluyó el Dr. Tabacco.